Estar en casa

Y un día, apareció en mi vida, y de pronto no tuve dudas.

Sus brazos me hicieron sentir en casa, me perdí en sus ojos y en su boca.

Una mirada, una sola palabra o sus manos sobre mi piel me hicieron volar una y mil veces, dejándome envolver por el deseo, la pasión, recreándome en el dolor de cada azote, de cada mordisco, de cada bofetada… permitiendo así que él lo hiciera también, dejando que el placer me invadiera, buscando que lo invadiera a él también.

Y los días que seguían a eso disfrutar de las marcas que dejaron esos momentos. Sentir como hasta la ropa me hacía doler el cuerpo haciendo que mi mente vagara por el recuerdo de cada uno de ellos, volviendo a revivirlos uno por uno en mi mente, con todas sus sensaciones, con todas las palabras dichas y las que no, todas la miradas cruzadas, cada respiración…

Atesorando cada uno de esos momentos, por que son estar en casa.

Mistyca

Muros y Corazas

A veces, me digo que es más fácil vivir sin esa persona especial a mi lado, que tal vez es mejor olvidar que quizás existe. Por que cuando tengo esa sensación de mariposas en el estomago los fantasmas del pasado reaparecen para recordarme, o mejor para gritar dentro de mi cabeza: «No te acostumbres, no durara».

Son las voces de los que una o mil veces prometieron la luna, dijeron que el mundo era maravilloso, para después romper sus promesas y nuestro mundo de la peor forma posible.

Intento recordar que es mejor derrumbar los muros porque es mejor ver la luz durante un momento, que casi olvidar que existe, aunque no se si olvidé como hacerlo o es peor y cada vez que empiezan a resquebrajarse y veo entrar la luz entre las grietas los apuntalo, refuerzo y parcheo para que no se rompan.

Pero al final, los muros, las corazas, las máscaras o como queráis llamarlo, no son más que miedos, miedo a sufrir, miedo a ser feliz, miedo a… todo.
Creemos que estos nos permiten ser felices, alejados de aquello que nos daña, dejando a un lado nuestros sentimientos, aunque en realidad simplemente crean una ilusión, la ilusión de la protección, la de la seguridad, la ilusión de una felicidad que en realidad no es tal y tan solo nos aporta soledad y más miedos.

Y aunque desde la ilusoria seguridad que nos dan nuestros muros veamos la luz y oigamos las voces que no romperán esas promesas, no las dejamos entrar, no nos permitimos vivir, solo existir.

Quizás parece más fácil evitar los sentimientos, pero los muros construidos no solo mantienen fuera lo malo, también dejan fuera lo bueno.

Una simple reflexión en una mala semana.

Mistyca