Y un día, apareció en mi vida, y de pronto no tuve dudas.
Sus brazos me hicieron sentir en casa, me perdí en sus ojos y en su boca.
Una mirada, una sola palabra o sus manos sobre mi piel me hicieron volar una y mil veces, dejándome envolver por el deseo, la pasión, recreándome en el dolor de cada azote, de cada mordisco, de cada bofetada… permitiendo así que él lo hiciera también, dejando que el placer me invadiera, buscando que lo invadiera a él también.
Y los días que seguían a eso disfrutar de las marcas que dejaron esos momentos. Sentir como hasta la ropa me hacía doler el cuerpo haciendo que mi mente vagara por el recuerdo de cada uno de ellos, volviendo a revivirlos uno por uno en mi mente, con todas sus sensaciones, con todas las palabras dichas y las que no, todas la miradas cruzadas, cada respiración…
Atesorando cada uno de esos momentos, por que son estar en casa.
Mistyca